Cuando te dedicas a desarrollar habilidades de liderazgo a través de programas o workshops sabes que una de las dinámicas más importantes es escuchar a tus participantes, estar ahí para entender su punto de vista del tema y no juzgarlo aunque en el fondo sabes que su enfoque podría no ser el mejor, todas las opiniones son valiosas, el objetivo es impulsar un cambio de mentalidad en cada uno de ellos... Aunque también hay opiniones que no suman = restan.
En uno de esos talleres sobre "Estrategias para liderar Millennials", recuerdo a un gerente mayor de 50 años, con muchos años en la empresa, que tenía una opinión muy negativa de los millennials en su equipo, realmente enojado con sus actitudes:
"siempre llegan tarde, primero exigen beneficios antes de dar resultados, estan desesperados por ser jefes, no se concentran, no saben trabajar en equipo..."
Muy fuertes y preocupantes declaraciones que no esperas escuchar de alguien que en teoría tiene la experiencia y habilidades para generar una estrategia efectiva de liderazgo: comunicación, engagement y motivación... lo básico. Pero más preocupante aún, que otros líderes en el taller le daban la razón.
Analizando aquel comentario, sé que aquella queja no viene de la nada ni se la inventó, claro que sí hay ese tipo de actitudes, ahora lo importante es entender cuál es la raíz de todo eso, ¿es un liderazgo poco efectivo que ya no va con la nueva generación? o ¿la mayoría de los millennials realmente se comportan de esa manera y es lo normal?
Estas quejas recurrentes se pueden resumir en tres:
Los Millennials son egoístas
Dicho de otra forma: "no saben jugar en equipo" y tal vez el trabajo en equipo está cambiando de dinámica y forma, aquí tendríamos que introducir la palabra "colaboración" a través de todas las herramientas en línea a las que tenemos acceso y que los millennials adoptan tan rápida y fácilmente, sin duda esto mejora la productividad, la comunicación, el alcanzar objetivos incluso pero... no olvidemos que no hay nada como la interacción en persona, uno a uno, cuando se trata de negociar, generar acuerdos, crear sinergia en el equipo, no existe aplicación que logre ese impacto.
No olvidemos que el lider es el principal responsable de generar estos espacios de encuentro.
Los Millennials son desleales
Una descripción muy fuerte, pero depende del enfoque. La lealtad entendida en el talento joven efectivamente, generalmente no está ligado a la empresa, al dinero o a la promesa de crecer laboralmente. La lealtad en los millennials está ligada muy profundamente en los intereses, valores y motivadores personales y si se tiene la suerte que el lugar donde trabajan empata con esos motivadores personales tendrán un millennial con muchísimo empuje bien enfocado y leal, pero si no... de ahí la explicación de porque su promedio de vida en una empresa es de menos de 2 años.
Falta mucha reflexión e inteligencia emocional para reconocer que el trabajo que hoy tenemos no es el fin, es el medio que nos puede llevar a nuevas experiencias y valorarlo por el otro lado, un buen líder debe ayudar a sus millennials a encontrar esos elementos de valores y motivadores personales en los pequeños detalles del día a día en la oficina.
Los Millennials son desesperados
Una característica muy marcada en este perfil es un gran empuje por hacer muchas cosas y estar en una posición de reconocimiento y liderazgo, que las actividades que desempeñan tengan un ¡IMPACTO!.
Este empuje mal manejado se traduce en inestabilidad, frustración, impaciencia y desinterés por la rutina. Definitivamente se necesita trabajar y encaminar este empuje, ¿cómo? desarrollando la habilidad de la visión estratégica, hacer consciencia de que el trabajo que hoy desarrollamos es la plataforma para algo más grande y que solo con tiempo y experiencia puede crecer, no hay de otra.
Desde mi experiencia, ni los millennials son malos, ni el liderazgo de los más experimentados está caduco. Es lógico que cuando una persona esta desmotivada o frustrada puede caer en actitudes que frenan su desempeño y afectan sus resultados, todo podemos tener un mal día, sin embargo eso no es pretexto para no hacernos responsables.
Es momento de dejar de quejarnos, en términos de Accountability, trabajar por arriba de la línea del lado del éxito y crear sinergia entre generaciones porque la división no nos llevará a ningún lado ni personal ni laboralmente.
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